lunes, 31 de diciembre de 2018

¿ES COLOSENSES 3, 12-21 UNA LECTURA "MACHISTA"?


Esta fue la Segunda Lectura de la Misa de ayer, Fiesta de la Sagrada Familia:

"Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre. 

Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que se vuelvan apocados." 

Una de las frases, en una lectura superficial, se tilda al parecer con un "matiz machista", en concreto "Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos"

Esta lectura debe ser considerada en su conjunto, no tomando una frase aislada y sacada de su contexto, en el que encuentra su significado pleno. El segundo párrafo, tal y como lo hemos dispuesto en esta entrada, no se entiende sin el primero. San Pablo se dirige a todo el mundo (cónyuges, hijos, etc...) y nos hace ver que todos tenemos que estar al servicio de los demás, ahí está nuestra paz; los cónyuges, más concretamente, revestidos de bondad, paciencia y humildad entre otras cosas, deben ser sumisos el uno al otro, obedecerse el uno al otro, perdonarse el uno al otro, amarse el uno al otro. Esto es lo que debe constituir la base de las relaciones.

Y todo esto ¿porqué? Porque Cristo se entregó y dió su vida por nosotros en la cruz y el Amor redentor se transforma en amor esponsal. En Cristo los esposos tienen un modelo de amor, de amor gratuito, desinteresado y también exigente que abarca toda la vida matrimonial y que busca la santidad y el bien en el marido y la mujer. De esta manera, los esposos son un signo del Amor de Cristo por su Iglesia y hacen que el sacramento cobre toda su fuerza.

Espero que esta reflexión os haya servido para comprender mejor las palabras del Apóstol de los gentiles. Para los que queráis profundizar, os recomiendo la lectura del quinto ciclo de las Catequesis del Amor Humano de Juan Pablo II.

domingo, 30 de diciembre de 2018

FELIZ DÍA DE LA SAGRADA FAMILIA


Os deseamos un Feliz Día de la Sagrada Familia.

En estos documentos podéis encontrar una formación adecuada sobre la familia. Son concisos y sencillos de leer y un tesoro para toda la Iglesia.



- Catequesis sobre la Familia (Papa Francisco)


Encontraréis más documentos en la pestaña de "Otros recursos".

sábado, 29 de diciembre de 2018

APRENDER A PERDONAR



En estos días de Navidad que estamos viviendo se hace necesaria la reflexión sobre "aprender a perdonar". Si Dios, a pesar de nuestras infidelidades nos perdona una deuda enorme y nos salva mediante su Hijo, ¿no perdonaremos nosotros una deuda más pequeña a nuestros hermanos?

Este artículo de Jutta Burggraf nos permite reflexionar sobre cómo reaccionamos y las actitudes que nos ayudan a perdonar.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL SENTIDO DE LA NAVIDAD


Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Dentro de seis días será Navidad. Árboles, decoraciones y luces por todas partes recuerdan que también este año será una fiesta. La máquina publicitaria invita a intercambiar siempre nuevos regalos para sorprenderse. Pero, me pregunto ¿es esta la fiesta que agrada a Dios? ¿Qué Navidad le gustaría, qué regalos y qué sorpresas?

Observemos la primera Navidad de la historia para descubrir los gustos de Dios. Esa primera Navidad de la historia estuvo llena de sorpresas. Comenzamos con María, que era la esposa prometida de José: llega el ángel y cambia su vida. De virgen será madre. Seguimos con José, llamado a ser el padre de un niño sin generarlo.

Un hijo que, -golpe de efecto-, llega en el momento menos indicado, es decir, cuando María y José estaban prometidos y, de acuerdo con la Ley, no podían cohabitar. Ante el escándalo, el sentido común de la época invitaba a José a repudiar a María y salvar así su buena reputación, pero él, si bien tuviera derecho, sorprende: para no hacer daño a María piensa despedirla en secreto, a costa de perder su reputación. Luego, otra sorpresa: Dios en un sueño cambia sus planes y le pide que tome a María con él.

Una vez nacido Jesús, cuando tenía sus proyectos para la familia, otra vez en sueños le dicen que se levante y vaya a Egipto. En resumen, la Navidad trae cambios inesperados de vida. Y si queremos vivir la Navidad, tenemos que abrir el corazón y estar dispuestos a las sorpresas, es decir, a un cambio de vida inesperado.

Pero cuando llega la sorpresa más grande es en Nochebuena: el Altísimo es un niño pequeño. La Palabra divina es un infante, que significa literalmente "incapaz de hablar". Y la palabra divina se volvió incapaz de hablar.

Para recibir al Salvador no están las autoridades de la época, o del lugar, o los embajadores: no, son simples pastores que, sorprendidos por los ángeles mientras trabajaban de noche, acuden sin demora. ¿Quién lo habría esperado? La Navidad es celebrar lo inédito de Dios, o, mejor dicho, es celebrar a un Dios inédito, que cambia nuestra lógica y nuestras expectativas.

Celebrar la Navidad, es, entonces, dar la bienvenida a las sorpresas del Cielo en la tierra. No se puedes vivir "tierra, tierra", cuando el Cielo trae sus noticias al mundo. La Navidad inaugura una nueva era, donde la vida no se planifica, sino que se da; donde ya no se vive para uno mismo, según los propios gustos, sino para Dios y con Dios, porque desde Navidad Dios es el Dios con nosotros, que vive con nosotros, que camina con nosotros. Vivir la Navidad es dejarse sacudir por su sorprendente novedad.

La Navidad de Jesús no ofrece el calor seguro de la chimenea, sino el escalofrío divino que sacude la historia. La Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre "mi tiempo", de Dios sobre mi "yo".

Celebrar la Navidad es hacer como Jesús, venido para nosotros, los necesitados, y bajar hacia aquellos que nos necesitan. Es hacer como María: fiarse, dócil a Dios, incluso sin entender lo que Él hará. Celebrar la Navidad es hacer como José: levantarsepara realizar lo que Dios quiere, incluso si no está de acuerdo con nuestros planes.

San José es sorprendente: nunca habla en el Evangelio: no hay una sola palabra de José en el Evangelio; y el Señor le habla en silencio, le habla precisamente en sueños. Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al estruendo del consumismo. Si sabemos estar en silencio frente al Belén, la Navidad será una sorpresa para nosotros, no algo que ya hayamos visto. Estar en silencio ante el Belén: esta es la invitación para Navidad. Tómate algo de tiempo, ponte delante del Belén y permanece en silencio. Y sentirás, verás la sorpresa.

Desgraciadamente, sin embargo, nos podemos equivocar de fiesta, y prefiere las cosas usuales de la tierra a las novedades del Cielo. Si la Navidad es solo una buena fiesta tradicional, donde nosotros y no Él estamos en el centro, será una oportunidad perdida. Por favor, ¡no mundanicemos la Navidad! No dejemos de lado al Festejado, como entonces, cuando "vino entre los suyos, y los suyos no le recibieron".

Desde el primer Evangelio de Adviento, el Señor nos ha puesto en guardia, pidiéndonos que no nos cargásemos con "libertinajes" y "preocupaciones de la vida" (Lc 21,34). Durante estos días se corre, tal vez como nunca durante el año. Pero así se hace lo contrario de lo que Jesús quiere. Culpamos a las muchas cosas que llenan los días, al mundo que va rápido. Y, sin embargo, Jesús no culpó al mundo, nos pidió que no nos dejásemos arrastrar, que velásemos en todo momento rezando.

He aquí, será Navidad si, como José, daremos espacio al silencio; si, como María, diremos "aquí estoy" a Dios; si, como Jesús, estaremos cerca de los que están solos, si, como los pastores, dejaremos nuestros recintos para estar con Jesús. Será Navidad, si encontramos la luz en la pobre gruta de Belén. No será Navidad si buscamos el resplandor del mundo, si nos llenamos de regalos, comidas y cenas, pero no ayudamos al menos a un pobre, que se parece a Dios, porque en Navidad Dios vino pobre.

Queridos hermanos y hermanas, ¡os deseo una Feliz Navidad, una Navidad rica en las sorpresas de Jesús! Pueden parecer sorpresas incómodas, pero son los gustos de Dios. Si los hacemos nuestros, nos daremos a nosotros mismos una sorpresa maravillosa. Cada uno de nosotros tiene escondida en el corazón la capacidad de sorprenderse. Dejémonos sorprender por Jesús en esta Navidad.

domingo, 23 de diciembre de 2018

COMO APROVECHAR CRISTIANAMENTE LAS VACACIONES DE NAVIDAD



Este periodo vacacional es un tiempo especial para la vida familiar y para el descanso. Para muchos, estas vacaciones son la oportunidad de tener un periodo de descanso después de varios meses de arduo trabajo, y se trata de un tiempo especial, en el que las familias y los amigos se reúnen, celebran las fiestas navideñas y de fin de año. Sin embargo, es importante que esta temporada no se limite al consumismo, sino que sea el espacio ideal para el descanso y la reflexión.

Para los católicos es el tiempo especial de encuentro con Cristo que nace entre nosotros y que en su presencia salvadora nos ofrece un camino de esperanza y de renovación en las situaciones más difíciles que vivimos. El tiempo de vacaciones es la oportunidad para hacer un análisis sobre cómo fue nuestro actuar durante este año y qué podemos hacer para mejorar, para ser mejores personas y contribuir a que nuestra sociedad sea mejor.

Para los creyentes, la llegada de estas fechas representa algo muy especial, pues nace –y renace- en nosotros la esperanza de que el Salvador llegue a nuestros corazones con la invitación a mirar al prójimo como un verdadero hermano.

Fuente: Aciprensa

lunes, 17 de diciembre de 2018

MEMORIA HISTÓRICA



Ahora que se habla tanto de memoria histórica, pero tergiversando y manipulando lo que no interesa, llaman la atención algunas voces de la Iglesia que se levantaron para recordar que la historia no tiene nada que ver con ideologías sino con los hechos pasados y que es necesario conocer nuestra historia para comprender el presente, para formarse y no dejarse arrastrar, no asumir sin más las leyendas y los mitos que circulan en tantos medios de comunicación.

Una de esas voces fue el Papa Pablo VI, que en su discurso al Comité Internacional de Ciencias Históricas (3-6-1967) ofreció algunas orientaciones que os presentamos en este documento.

Anteriormente, el Papa León XIII, hizo referencia al estudio de la historia de la Iglesia en la Carta Saepenumero considerantes.

"El cristianismo ha dejado una huella profunda y duradera en el curso de veinte siglos. La Iglesia nada tiene que ganar con defender vanas leyendas y nada que perder con manifestar la verdadera historia" (Pablo VI).

viernes, 16 de noviembre de 2018

FRENTE AL CHISMORREO, LA VERDAD



Esta ha sido la catequesis ofrecida por el Papa Francisco sobre el Octavo Mandamiento: "No darás falso testimonio contra tu prójimo".

Este mandamiento "prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo". Vivir de comunicaciones que no son auténticas es grave porque impide las relaciones y, por lo tanto impide el amor. Donde hay mentira no hay amor, no puede haber amor. Y cuando hablamos de comunicación entre personas, no nos referimos solo a las palabras, sino también a los gestos, a las actitudes, incluso a los silencios y las ausencias.

Una persona habla con todo lo que es y lo que hace. Todos nosotros estamos en comunicación siempre. Todos vivimos comunicándonos y estamos constantemente en equilibrio entre la verdad y la falsedad.

¿Pero qué significa decir la verdad? ¿Significa ser sinceros? ¿O exactos? En realidad, esto no es suficiente, porque uno puede equivocarse sinceramente, o puede ser preciso en los detalle, pero no captar el significado del todo. A veces nos justificamos diciendo: "¡Pero yo he dicho lo que sentía!" Sí, pero has absolutizado tu punto de vista. O: "¡He dicho solamente la verdad!". Tal vez, pero has revelado algunos hechos personales o confidenciales.

¡Cuántos chismes destruyen la comunión por inoportunidad o falta de delicadeza! Más aun, los chismes matan, y esto lo ha dicho el apóstol Santiago en su Carta. El chismoso, la chismosa son gente que mata: mata a los demás, porque la lengua mata como un cuchillo. ¡Tened cuidado! Un chismoso o una chismosa es un terrorista porque con su lengua tira una bomba y se va tranquilo, pero lo que esa bomba que ha tirado destruye la fama de los demás. No lo olvidéis: chismorrear es matar.

Pero entonces, ¿Qué es la verdad? Esta es la pregunta de Pilatos, precisamente cuando Jesús, delante de él, cumplía el octavo mandamiento. De hecho, las palabras "No darás falso testimonio contra tu prójimo" pertenecen al lenguaje jurídico. Los evangelios culminan en el relato de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús; y esta es la historia de un proceso, de la ejecución de la sentencia y de una consecuencia inaudita.

Interrogado por Pilatos Jesús dice: "Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo para dar testimonio de la verdad". Y este "testimonio" Jesús lo da con su pasión y su muerte. El evangelista Marcos narra que "Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: ¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!". Sí, porque era coherente, fue coherente: con su forma de morir, Jesús manifiesta al Padre, su amor misericordioso y fiel.

La verdad encuentra su plena realización en la misma persona de Jesús, en su forma de vivir y morir, fruto de su relación con el Padre. Esta existencia de hijos de Dios, Él, resucitado, nos la otorga también a nosotros enviando al Espíritu Santo, que es Espíritu de verdad, que da testimonio a nuestros corazones de que Dios es nuestro Padre.

En cada una de sus acciones, el hombre, las personas afirman o niegan esta verdad. Desde las pequeñas situaciones cotidianas hasta las decisiones más exigentes. Pero es siempre la misma lógica: la que los padres y los abuelos nos enseñan cuando nos dicen que no digamos mentiras.

Preguntémonos: ¿qué verdad atestiguan las obras de nosotros, los cristianos, nuestras palabras y nuestras decisiones? Cada uno puede preguntarse: ¿Yo soy un testigo de la verdad o soy más o menos un mentiroso disfrazado de verdadero? Que se lo pregunte cada uno.

Los cristianos no somos hombres y mujeres excepcionales. Somos, sin embargo, hijos del Padre celestial, que es bueno y no nos decepciona, y pone en sus corazones el amor por sus hermanos. Esta verdad no se dice tanto con los discursos, es una forma de existir, un modo de vivir, y se ve en cada acto. Este hombre es un hombre verdadero, esta mujer es una mujer verdadera: se nota. Pero ¿por qué, si no abre la boca? Pero se comporta como verdadero, como verdadera. Dice la verdad, actúa con la verdad. Una hermosa manera de vivir para nosotros.

La verdad es la maravillosa revelación de Dios, de su rostro de Padre, es su amor ilimitado. Esta verdad corresponde a la razón humana, pero la supera infinitamente, porque es un don que ha descendido a la tierra y se ha encarnado en Cristo crucificado y resucitado; se hace visible gracias a aquellos que le pertenecen y muestran sus mismas actitudes.

No dirás falso testimonio significa vivir como un hijo de Dios, que nunca, nunca se desmiente, nunca dice mentiras; vivir como hijos de Dios, dejando emerger en cada acto la gran verdad: que Dios es Padre y podemos fiarnos de Él. Yo me fio de Dios: esta es la gran verdad. De nuestra confianza en Dios, que es Padre y me ama, nos ama nace mi verdad y el ser veraz y no mentiroso.

Fuente: Aciprensa

lunes, 12 de noviembre de 2018

"DEL EVANGELIO A LA VIDA Y DE LA VIDA AL EVANGELIO"


Esta es la formación del pasado día 10/11/18. Una catequesis sobre la palabra de Dios tomando como ejemplo la actitud de San Francisco de Asís y algunas de las recomendaciones que ha hecho el Papa Francisco sobre este tema.

jueves, 1 de noviembre de 2018

LA LLAMADA AL AMOR SE MANIFIESTA EN LA FIDELIDAD DEL MATRIMONIO



El Papa reflexionó sobre la belleza de la afectividad humana y el valor de la fidelidad en el matrimonio en la catequesis del día 31 de octubre de 2018.

Este es el texto completo:

"Hoy me gustaría completar la catequesis sobre la Sexta Palabra del Decálogo - "No cometerás adulterio"- destacando que el amor fiel de Cristo es la luz para vivir la belleza de la afectividad humana. Efectivamente, nuestra dimensión emocional es una llamada al amor, que se manifiesta con la fidelidad, la acogida y la misericordia. Esto es muy importante. ¿Cómo se manifiesta el amor? Con la fidelidad, la acogida y la misericordia.

Sin embargo, no se debe olvidar que este mandamiento se refiere explícitamente a la fidelidad matrimonial y, por lo tanto, es bueno reflexionar más profundamente sobre su significado conyugal. ¡Este pasaje de las Escrituras, este pasaje de la Carta de San Pablo, es revolucionario! Pensar, con la antropología de ese tiempo, y decir que el esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la Iglesia: ¡pero es una revolución! Quizás, en aquel tiempo, es lo más revolucionario que se ha dicho sobre el matrimonio. Siempre en el camino del amor. Podemos preguntarnos: este mandato de fidelidad, ¿a quién está destinado? ¿Solo a los esposos? En realidad, este mandato es para todos, es una paterna Palabra de Dios dirigida a cada hombre y mujer.

Recordemos que el camino de la madurez humana es el camino mismo del amor que va del recibir cuidados a la capacidad de prestarlos, desde recibir la vida hasta la capacidad de dar vida.

Convertirse en hombres y mujeres adultos significa llegar a vivir la actitud conyugal y paternal, que se manifiesta en las diversas situaciones de la vida como la capacidad de asumir el peso de otra persona y amarla sin ambigüedad. Por lo tanto, es una actitud global de la persona que sabe asumir la realidad y entablar una relación profunda con los demás.

¿Quién es entonces el adúltero, el lujurioso, el infiel? Es una persona inmadura, que se guarda su propia vida e interpreta las situaciones según su propio bienestar y satisfacción. Así, para casarse, ¡no es suficiente celebrar la boda! Necesitamos hacer un camino del "yo" al "nosotros", del pensar solo a pensar en dos, de vivir solos a vivir en dos: es un camino hermoso, es un camino hermoso. Cuando llegamos a descentralizarnos, entonces todo acto es conyugal: trabajamos, hablamos, decidimos, encontramos a otros con una actitud acogedora y oblativa.

Toda vocación cristiana, en este sentido, -ahora podemos ampliar un poco la perspectiva y decir que toda vocación cristiana, en este sentido-, es conyugal. El sacerdocio lo es porque es la llamada, en Cristo y en la Iglesia, a servir a la comunidad con todo el afecto, el cuidado concreto y la sabiduría que el Señor da. La Iglesia no necesita aspirantes al papel de sacerdotes, - no, no sirven, mejor que se queden en casa- sino que le sirven a hombres a quienes el Espíritu Santo toca el corazón con un amor incondicional por la Esposa de Cristo. En el sacerdocio se ama al pueblo de Dios con toda la paternidad, la ternura y la fuerza de un esposo y de un padre. Así también, la virginidad consagrada en Cristo se vive con fidelidad y alegría como una relación conyugal y fecunda de maternidad y la paternidad.

Repito: toda vocación cristiana es conyugal, porque es fruto del vínculo de amor en el que todos somos regenerados, el vínculo de amor con Cristo, como nos ha recordado el pasaje de san Pablo leído al principio. Partiendo de su fidelidad, de su ternura, de su generosidad, miramos con fe al matrimonio y a cada vocación, y entendemos el significado completo de la sexualidad.

La criatura humana, en su inseparable unidad de espíritu y cuerpo, y en su polaridad masculina y femenina, es una realidad muy buena, destinada a amar y ser amada. El cuerpo humano no es un instrumento de placer, sino el lugar de nuestra llamada al amor, y en el amor auténtico no hay espacio para la lujuria y para su superficialidad. ¡Los hombres y las mujeres merecen más que esto!
Por lo tanto, la Palabra "No cometerás adulterio", aunque sea en forma negativa, nos orienta a nuestra llamada original, es decir, al amor conyugal pleno y fiel, que Jesucristo nos ha revelado y nos ha dado".

jueves, 25 de octubre de 2018

CONSTRUYENDO SOBRE TERRENO SÓLIDO


el Papa Francisco, en su catequesis del miércoles dedicada al sexto mandamiento, indicó que con el amor no se juega. No se puede decir "preparación al matrimonio" a tres o cuatro conferencias dadas en la parroquia. Esta es una falsa preparación y la responsabilidad es de quien hace esto y recae sobre el párroco o el obispo, que permiten estas cosas. 

Añadió que la preparación “debe ser madura, se necesita tiempo. No es un acto formal. Es un sacramento. Pero, se debe preparar con un verdadero catecumenado”.

Podéis leer la noticia completa aquí  (fuente: aleteia)

martes, 23 de octubre de 2018

PRIMER ENCUENTRO DE FORMACIÓN DEL CURSO

El próximo día 10 de noviembre de 2018 tendrá lugar, D. m., el primer encuentro de formación del curso en Cehegín (Murcia). La formación lleva por título "Del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio". 



Este es el programa de actividades:

10:00 h.: Acogida

10:30 h.: Catequesis con el título “Del Evangelio a la vida y de la vida al Evangelio”.

11:30 h.: Trabajo individual y en grupos.

13:00 h.: Descanso.

13:30 h.: Comida.

15:30 h.: Puesta en común.

17:00 h.: Celebración de la Eucaristía y despedida.

La Junta de Zona os anima a que participéis en las actividades que se han programado para la Provincia tanto de formación como en los encuentros de oración, ya que la formación y la oración es muy necesaria que la hagamos unidos, todos los hermanos de todas las fraternidades.

viernes, 12 de octubre de 2018

REZA Y VIVE "LA CORONA FRANCISCANA"


Desde la Junta de Zona queremos promover el rezo de la Corona Franciscana, que viene a ser el “Rosario Franciscano”. Es un rezo sencillo en el que se meditan las siete alegrías que la Virgen experimentó durante su vida y que se puede ofrecer en Fraternidad por las intenciones y necesidades de los hermanos.

En el curso 18-19, dispondremos de Coronas Franciscanas para su adquisición en los encuentros y actividades de Zona. También se pueden encargar por correo electrónico.

lunes, 8 de octubre de 2018

NOVEDADES PARA EL CURSO

Hemos incluido en este blog de formación una sección, dentro de "otros recursos", dedicada a la familia y a todo lo relativo a ella. Seguiremos ampliándola y esperamos que os sirva en vuestra formación personal y de fraternidad.




Entre los documentos incluidos destaca "Dar lo mejor de uno mismo", sobre la perspectiva cristiana del deporte, que ha sido elaborado por el Dicasterio para los laicos, familia y vida y en donde se explica que el deporte es una riquísima fuente de valores y virtudes que nos ayudan a mejorar como personas.

miércoles, 3 de octubre de 2018

FELIZ DÍA DE SAN FRANCISCO



“El hombre de hoy necesita la fe, la esperanza y la caridad de San Francisco; necesita la alegría que brota de la pobreza de espíritu, es decir, de una libertad interior; quiere aprender nuevamente el amor a todo lo que Dios ha creado; y necesita, por último, que en las familias, en las sociedades y entre las naciones reinen la paz y el bien”.

Juan Pablo II


Felicidades a todos los hermanos en la Solemnidad de San Francisco.

lunes, 1 de octubre de 2018

A DOS DÍAS DE LA SOLEMNIDAD DE NUESTRO PADRE FRANCISCO

Estamos en puertas de la Solemnidad de Nuestro Padre y son días sobre todo para reflexionar sobre la vocación que hemos recibido a vivir en fraternidad.

La Fraternidad es reflejo del Amor de Dios; es lo que Dios ha querido para todas las personas: que seamos hermanos unos de otros. Por eso nuestro testimonio se hace tan necesario en un mundo como el de hoy, un mundo necesitado de la Paz y el Bien.

domingo, 16 de septiembre de 2018

BIENVENIDOS AL CURSO 18-19


Os damos la bienvenida al curso franciscano 2018-2019. Como novedad, ya tenéis a vuestra disposición el temario de formación permanente correspondiente a este curso en la pestaña "formación permanente".

Esperamos que en todas las fraternidades se comience este curso con alegría y esperanza y con el ánimo de renovar cada día el compromiso que adquirimos mediante la profesión que es el de vivir el Evangelio.

miércoles, 15 de agosto de 2018

CARTA DEL MINISTRO NACIONAL A LA OFS DE ESPAÑA CON MOTIVO DEL 40 ANIVERSARIO DE LA REGLA DE PABLO VI

A todos los hermanos y hermanas de la Orden Franciscana Seglar, de CruSe y de la JuFra

¡Queridos hermanos! ¡Qué el Señor os dé su paz!

Este año celebramos el 40 aniversario de la Regla de la Orden Franciscana Seglar, aprobada por el Beato Papa Pablo VI el 24 de junio de 1978, con su carta "Seraphicus Patriarcha". La Regla es un precepto de vida para nosotros, franciscanos seglares, pero también es un documento de gran inspiración para los miembros de la JuFra, si quieren seguir a Cristo siguiendo los pasos de San Francisco. Por eso esta carta también va dirigida a los hermanos y hermanas de JuFra.

La Regla es un regalo, un tesoro de Dios, una llamada, una inspiración y un instrumento de vida y paz que muestra cuán grande es el amor de Dios y de la Iglesia para la Orden Franciscana Seglar. Es algo que no se puede comprar. Y como dijo San Juan Pablo II "es un verdadero tesoro en sus manos, está de acuerdo con el espíritu del Concilio Vaticano II y responde a lo que la Iglesia espera de ustedes". Así que tenemos que dar las gracias por este don, dar las gracias a Dios y a la Iglesia. Esta llamada de Dios ha sido insertada en nuestra Regla "sean poseedores de la bienaventuranza eterna", ¡Vivamos de una manera que nos lleve a la santidad!

Celebrar nuestra Regla es hacerla vivir, solo así seremos fieles a la propuesta de Jesús, que nos invita a amarnos cada uno como hermanos. Francisco de Asís nos dio el ejemplo de la gracia y de la conversión como un gran regalo que nos compromete a que sigamos el camino franciscano con coraje y amor. Nuestra Regla, que es verdaderamente franciscana, nos ayuda a descubrir cómo vivir nuestra vocación cada día, como debe ser nuestra vida cotidiana. La Regla, debe inspirarnos en cada momento de nuestra vida y aumentar nuestra conversión en Cristo.

La vida de un franciscano seglar no es una vida uniforme (Igual para todos), no. Somos diferentes y tenemos que levantar la cabeza, abrir los ojos y mirar a nuestro alrededor. ¡Descubramos la riqueza de Dios y la riqueza de nuestra vocación! La Regla no quiere conformarnos, sino unirnos dentro de nuestra diversidad.

Vivamos nuestra vocación en la Iglesia, en la sociedad, entre los pobres, entre los necesitados y los marginados del mundo, entre nuestros seres queridos, en el trabajo y en la fraternidad, respetemos la naturaleza y, por último, vivamos nuestra Regla reflexionando sobre el mismo carisma y la misma vocación.

Cual manantial en un bosque verde, una nueva vida siempre brota de la Regla. Así ha sido durante siglos. Sin embargo, los años pasan y el carisma franciscano sigue siendo el mismo, sigue siendo válido y debe vivirse más que nunca. El Beato Papa Pablo VI, escribió "Estamos felices de que el ‘Carisma Franciscano’ sea hoy una fortaleza para el bien de la Iglesia y de la comunidad humana.

Han pasado algo más de 800 años, pero la belleza y la alegría de la vida franciscana son siempre las mismas. Han pasado 40 años de estas frases del Papa Pablo VI y, la belleza y la alegría de la Regla no se han desvanecido en las nebulosas del tiempo. Debemos recordar a aquellos que trabajaron de forma intensa para lograr esta Regla, lo que también significó una renovación de la Orden. Recordemos a esas hermanas y esos hermanos, que iniciaron esta renovación, en primer lugar, Manuela Mattioli, que fue la primera Ministra General de la OFS, los Ministros Generales de la Primera Orden y de la Tercera Orden Regular, que siempre han apoyado este arduo trabajo con dedicación e ilusión y a todos aquellos hermanos y hermanas de una extensa lista, que de alguna forma contribuyeron a darnos esta Regla, como modo de vida evangélica y franciscana.

CONCLUSIÓN

En la Biblia, cuarenta años a menudo significaba un período de tiempo que separaba dos épocas o etapas distintas. Por ello os pido, que estos cuarenta años que nos han precedido, sirvan como un periodo de renovación personal y de seguimiento de la fe en Cristo Resucitado, al estilo de San Francisco y también, como el comienzo de una etapa en la que la Orden Franciscana Seglar, que en su condición Secular es única y verdadera Orden en la Iglesia, siga su vocación más comprometida cumpliendo de esta manera, su misión en la Iglesia y en el mundo de una manera más visible "provocando con este cambio radical interno a que todos nosotros seamos Evangelio vivo con nuestra conversión".

Con cariño fraternal. Vuestro ministro y hermano. 
Antonio Álvarez

viernes, 13 de julio de 2018

LO QUE NOS TRAE EL VERANO


¿El verano es el tiempo de la dictadura del sofá y de la tele? 

Rotundamente NO. Puede ser el tiempo de recuperar las cosas que hemos arrinconado debido a las prisas y a las ocupaciones cotidianas. Puede ser el tiempo para echar la vista atrás, ver el camino recorrido, discernir hacia dónde deben seguir nuestros pasos... Es otra oportunidad que Dios nos ofrece en su seguimiento.

Aprovechemos este verano para seguir creciendo y dar gracias por todo un curso y por todos los hermanos que hemos tenido a nuestro lado en los momentos alegres y en las dificultades.

lunes, 25 de junio de 2018

CARTA DEL MINISTRO GENERAL OFS CON MOTIVO DEL 40 ANIVERSARIO DE LA REGLA


El ministro general OFS Tibor Kauser ha escrito una carta a todos los hermanos con ocasión del 40 aniversario de la Regla actual y nos ha dirigido un mensaje en video. Pinchad en la carta para leerla completa.






jueves, 7 de junio de 2018

CARTA DEL OBISPO DE CARTAGENA SOBRE LAS CLASES DE EDUCACIÓN AFECTIVO-SEXUAL EN LA REGIÓN DE MURCIA


Murcia, junio del 2018

Queridos hermanos:

Unidos en los deseos de paz y comunión. Os escribo estas letras a propósito del sufrimiento que está ocasionando a muchas familias los intentos por parte de los poderes públicos y de las instituciones educativas de imponer una determinada y particular visión del hombre y de la sexualidad, especialmente a los niños y jóvenes. Escribo a toda la Iglesia que peregrina en la Diócesis de Cartagena con el deseo de animar y sostener a los padres en la maravillosa tarea educativa que Dios mismo os ha encomendado.

Recordad el derecho que os asiste como padres para que vuestros hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con vuestras propias convicciones, tal como afirma el artículo 27.3 de nuestra Constitución. Los poderes públicos han de garantizar este derecho.

Tal como nos recuerda el Papa Francisco (Amoris Laetitia, 84): la educación integral de los hijos es «obligación gravísima», a la vez que «derecho primario» de los padres. Estimo de grave importancia recordar que este derecho esencial e insustituible corresponde exclusivamente a los padres y que la tarea del Estado a este respecto se reduce a un servicio educativo meramente subsidiario.

Vivimos en una sociedad abierta y plural, donde las distintas experiencias religiosas y morales deben ser acogidas y respetadas de la misma forma en virtud de la libertad social e individual. Además, esta libertad es la base sobre la que construir puentes de diálogo y respeto que hagan de la sociedad murciana una sociedad verdaderamente más abierta, justa y tolerante.

Os animo, por tanto, a ejercer vuestra “obligación gravísima” y defender vuestro derecho inalienable haciendo todo el esfuerzo posible por conocer las leyes educativas; estando informados sobre los planes de estudios de vuestros hijos, así como de las actividades extraescolares y complementarias; a sabiendas de los excesos cometidos en los últimos meses en cuanto a sesiones formativas de carácter afectivo-sexual con una línea deseable para algunos pero que no satisface a la mayoría. De todos es conocido que los centros educativos tienen la obligación, no solo de informaros expresamente sobre los contenidos de las actividades extraescolares y complementarias no curriculares de vuestros hijos, sino de adoptar aquellas medidas organizativas que garanticen la presencia de un docente del centro durante el desarrollo de tales actividades. En caso de no recibir tal información, debéis exigir a la dirección de los centros la oportuna responsabilidad como titulares de la administración educativa.

No olvidéis la conveniencia de participar en charlas, jornadas y conferencias que sirvan para comprender adecuadamente las distintas teorías y corrientes de pensamiento actuantes en nuestra sociedad; participad en las AMPAS de los centros educativos, así como en iniciativas sociales, plataformas, asociaciones que, respetando la libertad de todos, promuevan el derecho a la educación de acuerdo con el modelo elegido por los padres.

No quisiera concluir sin hacer presente a la familia como el mejor lugar para educar a vuestros hijos, haciéndolos crecer con un amor incondicional. Por ello, me hago eco de las palabras de San Juan Pablo II (Familiaris Consortio, 36), que resuenan hoy en toda su fuerza: No puede olvidarse que el elemento más radical, que determina el deber educativo de los padres, es el amor paterno y materno que encuentra en la acción educativa su realización, al hacer pleno y perfecto el servicio a la vida. El amor de los padres se transforma de fuente en alma, y por consiguiente, en norma, que inspira y guía toda la acción educativa concreta, enriqueciéndola con los valores de dulzura, constancia, bondad, servicio, desinterés, espíritu de sacrificio, que son el fruto más precioso del amor.

Con mis mejores deseos, invoco a Dios Nuestro Señor, para que nos conceda ser respetuosos con todos, a la vez que animosos para defender el derecho de los padres a ser protagonistas de la educación de sus hijos. Cordialmente

+​José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

miércoles, 30 de mayo de 2018

CÓMO ALCANZAR LA SANTIDAD EN LA VIDA COTIDIANA


En palabras del Papa Francisco “la llamada a la santidad, que es la llamada normal, es la llamada a vivir como cristiano, y vivir como cristiano es lo mismo que decir ‘vivir como santo’. Muchas veces pensamos en la santidad como una cosa extraordinaria, como si consistiera en tener visiones o rezar oraciones elevadísimas. Algunos piensan que ser santo significa tener una cara de imagen religiosa. No. Ser santo es otra cosa”.

“¿Qué es caminar hacia la santidad? Pedro lo dice: ‘Poned toda vuestra esperanza en aquella gracia que se os dará cuando Jesús se manifieste’”. Por lo tanto, “caminar hacia la santidad consiste en caminar hacia aquella gracia que viene al encuentro, caminar hacia la esperanza, permanecer en tensión hacia el encuentro con Jesucristo”.

El Papa lo comparó con cuando se camina hacia una luz y esa luz evita que se vea bien el camino: “Pero no nos equivocamos porque vemos la luz y conocemos el camino”. Por el contrario, “cuando caminamos con la luz a la espalda, se ve bien el camino, pero en realidad delante de nosotros hay sombras, no luz”.

Para caminar hacia la santidad, “es necesario ser libres y sentirse libres”. En este sentido, advirtió que “hay tantas cosas que nos esclavizan…”. Por eso, Pedro “exhorta a no conformarse con los deseos de los tiempos en que vivíais en la ignorancia”.

También Pablo, en la Primera Carta a los Romanos, “recomienda no caer en los esquemas humanos, en el modo de pensar mundano, en el modo de pensar y de juzgar que te ofrece el mundo, porque eso te quita la libertad, y para andar hacia la santidad es necesario ser libres: la libertad de caminar mirando la luz, de ir adelante. Y cuando regresamos al modo de vivir que teníamos antes del encuentro con Jesucristo, o cuando regresamos a los esquemas del mundo, perdemos la libertad”.

Además, recordó cómo en el Libro del Éxodo se narra que muchas veces el pueblo de Dios se negaba a mirar adelante, hacia la salvación, y preferían mirar hacia el pasado “lamentándose y recordando la buena vida que llevaban en Egipto, donde comían cebollas y carne. En los momentos de dificultad, el pueblo regresa atrás. Pierde la libertad. Es cierto que comían cosas buenas, pero en la mesa de la esclavitud”.

“En el momento de la prueba, siempre tenemos la tentación de mirar hacia atrás, de mirar a los esquemas del mundo, a los esquemas que teníamos antes de comenzar el camino de la salvación, sin libertad. Y sin libertad no se puede ser santo. La libertad es la condición para poder caminar mirando la luz hacia adelante”.

Francisco animó a “no entrar en los esquemas de la mundanidad. Hay que caminar adelante, mirando a la luz que es la promesa, con esperanza”. Recordó que el Señor “llama todos los días a la santidad”, y señaló dos medidas para comprobar si se avanza hacia la santidad: “en primer lugar, si miramos la luz del Señor en la esperanza de encontrarlo. En segundo lugar, si cuando llegan las pruebas miramos adelante y no perdemos la libertad refugiándonos en los esquemas mundanos”.

Fuente: Aciprensa

martes, 29 de mayo de 2018

LA ALEGRÍA ES LA RESPIRACIÓN DEL CRISTIANO


Durante la Misa celebrada este lunes 28 de mayo en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco estableció una clara diferencia entre la alegría cristiana y la alegría que solo tiene como fin el divertimento. En su homilía, el Santo Padre explicó que la alegría “es la respiración del cristiano”, y se trata de una alegría hecha de verdadera paz, no engañosa como la alegría que ofrece la cultura actual que “se inventa tantas cosas para divertirnos”.

“La alegría cristiana es la respiración del cristiano, un cristiano que no es alegre en el corazón no es un buen cristiano. Es la respiración, el modo de expresarse del cristiano, la alegría. No es algo que se pueda comprar, o que se pueda lograr con esfuerzo. No. Es un fruto del Espíritu Santo. Aquel que nos da la alegría del corazón es el Espíritu Santo”, fueron las palabras de Francisco.

En este sentido, subrayó que el primer paso para obtener la alegría es la paz, y para obtener la paz hay que tener memoria: “No podemos, de hecho, olvidarnos de aquello que ha hecho el Señor por nosotros, regenerándonos a una nueva vida”.

El Pontífice señaló que memoria y esperanza son los dos componentes que permiten a los cristianos vivir en la alegría, no en una alegría vacía, sino en una alegría de “primer grado”.

“La alegría no es vivir de risa en risa. No, no es eso. La alegría no es ser divertido. No, tampoco es eso. Es otra cosa. La alegría cristiana es la paz. La paz que se encuentra en las raíces, la paz del corazón. La paz que solo Dios nos puede dar. Esa es la alegría cristiana. Y no es fácil custodiar esa alegría”.

Por ello, lamentó que en el mundo contemporáneo la sociedad se ha contentado con “una cultura donde se inventan “trocitos de dulce vida”, cosas “para divertirnos”, pero que no satisfacen plenamente. Por el contrario, la verdadera alegría, la que procede del Espíritu Santo, “vibra en el momento de las tribulaciones, en el momento de las pruebas”.

“Hay una inquietud buena, pero hay otra que no es buena, que es la de buscar la seguridad ante todo, la de buscar el placer ante todo”, concluyó el Papa.

Fuente: Aciprensa

viernes, 25 de mayo de 2018

¿CUÁNTAS VECES AL DÍA ESTÁS EN SILENCIO PARA ESCUCHAR TU INTERIOR?

Dios es Palabra, una voz que resuena, y que puede constituirse en un grito atronador. Dios es también silencio y quietud, que habla sosegadamente, llamándonos a una fina escucha. Dios comunica sus misterios, primordialmente por el silencio. Él desea ser escuchado. Quiere hablarnos, pero en su lenguaje, y a su manera. Para oírlo necesitamos, primeramente, ir acallando la invasiva bulla.

En estos tiempos en que la comunicación constituye una necesidad imperiosa, necesitamos hacer silencio para adentrarnos en nuestra propia interioridad, para aprender a transitar hacia nosotros mismos. También necesitamos hacer silencio para escuchar al otro, a quien la bulla cotidiana puede avasallar.

El silencio se hace más apremiante, aún, porque lo necesitamos para indagar sobre Dios, que habita en el tabernáculo silencioso de nuestra interioridad. Aquel será un ámbito de encuentro con el Padre, un “santuario” para conocerlo, para escuchar su voz, para aprender de su amor, porque Dios es la plenitud del amor, que se manifiesta por el acto de oblación más sublime: “Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él”. El amor de Dios consiste, “no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo, como propiciación por nuestros pecados”.

El silencio es la tierra sagrada para toparse con Yahvé; el suelo santificado que obligó a Moisés a descalzarse. Al hacerse hombre, Jesús va guiando nuestros pasos para que volvamos a posarnos en la tierra de Dios, plenitud de la paz y del consuelo; para que restablezcamos el diálogo perdido; para reencontrar la semejanza con el Padre, extraviada por el pecado original.

San Ignacio de Antioquía aporta una hermosa expresión, que avisa sobre el sendero callado: “Quien ha entendido las palabras del Señor, comprende su silencio; porque el Señor es conocido en su silencio”.

El silencio nos permite apreciar aquello que es esencial. En su obra “El Señor”, el gran teólogo Romano Guardini afirmaba que “en el silencio es donde suceden los grandes acontecimientos”.

Vivir el silencio constituye una necesidad capital para cualquier persona, más aún para el cristiano, porque en nuestro quehacer escuchamos un sinfín de palabras. El reto está en distinguir aquellas que son primordiales, porque en lo dicho se hace presente la Palabra divina, como la perla que se halla escondida en medio del campo y los abrojos. Dios continúa hablándonos, pero su voz fuerte y poderosa solamente puede ser apreciada en el silencio, alejado del bullicio que nos distrae.

Es penoso comprobarlo, pero nos hemos desacostumbrado a acoger el misterio, a prestar oídos al tesoro de la Palabra divina. La inapreciable joya es la Palabra que viene de Dios, la Palabra que es Dios. Sin embargo, se trata de una “presea” cada vez más inalcanzable, dado el entorno en que las mayorías convivimos y en que nos desarrollamos.

Vivimos en un mundo bullicioso, inundado de incesantes sonidos, emitidos por el tráfico vehicular, la TV, o los teléfonos inteligentes. La vida moderna proporciona enormes beneficios, juntamente con el abrumador bombardeo sensorial en la forma de ecos resonantes, multitudes estridentes y las demandas de los infaltables dispositivos electrónicos.

Todos los días nos sometemos a las presiones del ruido, de la palabrería y del agitado tumulto. ¿Quién puede sustraerse de la “contaminación” digital? Que familiar se nos hace entrar a un café, por ejemplo, donde cada persona que comparte las mesas está concentrada en su celular.

Algo análogo, aunque más preocupante, ocurre en la vida familiar, donde el foco de atención puede ser el IPad, el móvil o los video juegos. Sorprende ver a todos enfocados en los twiters, o en sus cuentas de Facebook, como si el destino de la humanidad dependiese de un dato o de una foto reciente, colocada en Instagram. A cuantos jóvenes y adultos vemos juntos, pero encerrados en sí mismos, aislados de los demás, apresados por sus audífonos, escuchando alguna música estridente.

El silencio constituye una alternativa a estas formas de bullicio. La investigación muestra que la quietud y el sosiego serenan la ansiedad. En este sentido, tenemos que nadar contracorriente, contra el ruido y las distracciones cotidianas que nos dificultan escuchar la propia voz, la del prójimo y, principalmente, la de Dios.

El cristiano necesita ser un tanto rebelde, porque requiere creer firmemente que el silencio constituye un valor esencial. Tiene que aprender a ser un contemplativo en medio del alboroto de la creación. Necesita descubrir cotidianamente la belleza aportada por el silencio y la serenidad de Dios.

La renuncia a la “dictadura del ruido” constituye un paso firme hacia la libertad auto poseída. Sería absolutamente irreal pretender que alguien podría estar en capacidad de “apagar”, aunque sea momentáneamente, la bulla del mundo. La tecnología, con sus luces y sombras, permanecerá, conformando un ámbito esencial de la existencia humana. Por ello, el silencio y la contemplación cumplen una misión primordial: en la dispersión de cada día nos ayudan a conservar una permanente conciencia de Dios y de nuestra identidad.

El gran valor del cristiano es constituirse en testigo de Dios en medio del mundo. De la mano de Dios podremos forjar un mundo más bondadoso y reconciliado. Pero el ser humano porta una naturaleza herida. Difícilmente podemos cegarnos ante sus rupturas, que lo sitúan en el llamado “territorio de la desemejanza”, un ámbito de lejanía, de mentiras existenciales y de subjetivismos.

Existen innumerables análisis y testimonios de su preocupante estado. Basta revisar diariamente los medios noticiosos. Ellos nos tienen acostumbrados a una selección de injusticias y crueldades. En el mejor de los casos, a una cultura de la distracción. Abunda la violencia que reaparece en los conflictos étnicos, religiosos y culturales. Es exacto hablar de un mundo en crisis.

Dios nos coloca un reto grandísimo para testimoniar su amor salvífico hacia el mundo. ¿Cómo podremos realizarlo? Con su ayuda. Admitiendo nuestras limitaciones y clamando por su gracia santificante.

Dios nos aguarda pacientemente, tocando la puerta de nuestro hogar. ¿Cómo responderle? De diversas maneras. No se trata de “encajonar el espíritu”, pero a Dios podemos hallarlo especialmente en la oración, en la meditación, en el anuncio de la Palabra, en los sacramentos, entre los desposeídos, sirviendo a los desamparados, escuchando al solitario. ¡También lo encontramos en el silencio!

El Papa Benedicto XVI sopesaba alguna vez este gran dilema, del llamado de Dios a las personas, tal como somos, con nuestras pobrezas y grandezas. “¿Cómo podremos, siendo parte de este mundo, con todas sus palabras, hacer presente la Palabra en las palabras, si no es mediante un proceso de purificación de nuestro pensar y de nuestras palabras? ¿Cómo podremos abrir el mundo -y en primer lugar a nosotros mismos- a la Palabra sin entrar en el silencio de Dios, del cual procede su Palabra?”, interrogaba. “Tenemos necesidad del silencio que se vuelve contemplación, que nos hace entrar en el silencio de Dios, y así llegar al punto donde nace la Palabra redentora”.

Hacerle especial espacio a la Palabra de Dios constituye un gran desafío, que exige de nosotros confianza, paciencia y humildad. Nos convierte en colaboradores de la verdad, voces de lo auténtico, porque nosotros no hablamos solamente en un río de palabras, sino que, confiando en la Palabra, la verdad podrá hablar en nosotros. Así podremos ser auténticos portadores de la verdad de Dios, construida en torno al amor y la caridad.

(Artículo de Alfredo Garland en Aciprensa)

miércoles, 23 de mayo de 2018

¿PORQUÉ NOS CUESTA ABRIR EL CORAZÓN A DIOS?


Más allá de querer o no, tener presente a Dios en nuestras vidas; que abramos o no, las puertas de nuestro corazón; que nos esforcemos o no, para que Dios sea más o menos importante para nosotros, la verdad –aceptemos o no– es que su huella está profundamente inscrita en nuestro interior. Negar esa realidad es negarnos a nosotros mismos. Es negar el origen y fundamento de lo que somos. De cómo aceptemos o vivamos esta realidad dependerá nuestra realización personal.

Preguntémonos: ¿Por qué existo? ¿Por qué yo soy quien soy, y no otro? No somos dueños de nuestras vidas. No somos nosotros quien elegimos existir, y mucho menos ser quienes somos. Decir que existimos y somos quién somos gracias a nuestros padres y ancestros no es equivocado, pero quedarnos solamente con esa dimensión de la realidad sería empobrecer nuestras existencias. Nuestros padres nos conceden la existencia genética y biológica, nos educan, nos forman, etc… además de las características, riquezas y deficiencias que podemos tener de por sí, mucho de lo que somos depende también de lo que aprendemos a lo largo de nuestra vida, en los distintos lugares dónde nos desenvolvemos. Pero aun así, hay algo en nuestro interior que define quienes somos. Eso es nuestro espíritu. Nuestro interior. Nuestra consciencia. Nuestro “corazón”. Es decir, nuestro “mundo interior”. Es algo muy distinto en cada persona. Esa diferencia interior, del corazón, espiritual, no lo recibimos de los padres, ni tampoco es algo que la sociedad poco a poco va determinando. Tampoco somos nosotros quien lo elegimos. Así nacemos. Así lo ha querido Dios. Querámoslo o no.

¿Qué tan profundo es nuestro mundo interior? ¿Nos sentimos satisfechos con lo que el mundo puede ofrecernos? No hablo sólo en términos negativos. Efectivamente, hay muchas cosas valiosas como nuestro trabajo, estudios, la familia, nuestros hijos, etc… realidades de nuestra vida que son fundamentales y realmente llenan de felicidad nuestro mundo interior. Pero todas ellas son finitas, en algún momento terminan. Entonces brota la pregunta: ¿Todo eso llena y satisface plenamente nuestro interior? O acaso ¿no buscamos alguien que nos ofrezca una felicidad sin límites? Todos buscamos siempre lo infinito.

Por lo tanto, si sabemos que sólo Dios es esa persona infinita que puede saciar nuestra “hambre” interior ¿por qué nos cuesta abrir el corazón a Dios? Dejar que el amor de Dios llene de sentido nuestra vida. La respuesta no es fácil. Implica muchas variables. Cada uno tiene sus propias razones para abrir o no el corazón a Dios. Qué tipo de educación y formación recibimos en la familia, cuánto influenciaron nuestras amistades o el mundo con sus falsas propuestas, la educación que recibimos en las escuelas y universidad, las corrientes de pensamiento vigentes de la determinada circunstancia cultural en la que vivimos. Experiencias problemáticas o traumáticas que llevaron a que cerrásemos nuestros corazones, no sólo a Dios, sino a los demás.

Esas experiencias difíciles o traumáticas pueden generar problemas de índole psicológica que distorsionan la manera como nos acercamos a la realidad. También las experiencias de sufrimiento y dolor que podemos atravesar en la vida, pueden, en muchos casos, llevar a renegar de Dios. Cómo si Dios fuera el culpable de todo lo malo que sucede en la vida. Por otro lado, están los que creen que Dios nunca los escucha, los que no saben cómo hablar o relacionarse con Él. Los que están tan encerrados en sí mismos, que no son capaces de percibir la acción de Dios en sus vidas. También están aquellos que sencillamente no conocen a Dios. Por distintas razones nadie les habló de Dios, ni tampoco les ayudaron a acercarse a Él. Finalmente, están nuestros propios pecados personales, que objetivamente nos alejan de Dios, que nos hacen creer que ya no somos dignos de acercarnos a Él. Nos desesperanzamos. Creemos que no hay salida para nuestra postración. Estas son algunas razones por las que se hace difícil que Dios entre en nuestros corazones. Cada persona tiene sus propias dificultades. Sino superamos esas dificultades terminaremos alejándonos cada vez más de Él.

Sin embargo, Dios nunca se cansa de salir a nuestro encuentro. Conoce nuestros corazones. Nos conoce mucho mejor que nosotros mismos. Apuesta por nosotros. Desde el comienzo, luego del pecado original, promete un Mesías, un Salvador, que vendría a liberarnos del pecado, que vendría a iluminar la oscuridad en la que vivimos. A lo largo de toda la historia del pueblo de Israel, Dios se fue manifestando progresivamente a través de los Patriarcas, profetas, reyes… y, finalmente, envío su propio hijo, que siendo Dios, nació de la Virgen María y se hizo hombre. El todopoderoso se hizo pequeño como un bebe. El Eterno se hizo finito y mortal. Se alegró, se entristeció y lloró. Asumió el peso de nuestros pecados. Apostó tanto por nosotros, se involucró tanto, nos ama tanto, que llegó al punto de entregar su Hijo único a que muriera en la cruz, por nuestros pecados.

¿Qué debemos hacer? Si percibo algo de eso en mi vida, ¿qué tengo que cambiar? El camino, más que preguntarnos ¿qué hacer? ¿Qué cambiar? es descubrir en Dios una persona real con quien puedo relacionarme. Puedo tener muchos y distintos problemas, pero se trata de crecer y fomentar una relación personal. El hecho humano de la relación personal es algo que vivimos cotidianamente. Nos relacionamos con nuestros familiares, amigos, colegas de trabajo, etc… A partir de la relación personal con Dios, aprenderemos a abrir nuestro corazón. Además ¿qué vamos a perder? ¿Por qué tenerle miedo? No hay ninguna razón para temerle. Él es Dios. Nos creó por amor. Entregó su Hijo único para morir en la Cruz por amor. ¿Qué más podemos pedirle a Él que nos muestre cuánto nos ama? Él nos da la verdadera felicidad. A fin de cuentas, el punto es: ¿dónde quiero poner mi corazón? ¿Dónde está mi tesoro? Pues ahí donde descubro el tesoro para mi vida es dónde pondré mi corazón. ¿Qué quiere y necesita mi corazón? Abrir el corazón no es fácil, pero está en juego nuestra felicidad.

(Artículo de Pablo Augusto Perazzo en Aciprensa)

martes, 22 de mayo de 2018

APLICACIONES DE MÓVIL PARA RECORDAR CUÁNDO HAY ACTIVIDADES EN LA PROVINCIA

La tecnología nos hace la vida más sencilla y puesto que todos tenemos algún despiste que otro (y entre ellos se puede dar el no recordar cuándo hay actividades a nivel provincial y programar otras con nuestra fraternidad), os presento algunas aplicaciones que nos pueden ayudar.

COUNTDOWN. Para recordarnos las fechas importantes, entre ellas las del calendario de actividades de nuestra provincia franciscana.

AQUALERT. Si debes incluir en tu dieta beber varios vasos de agua al día.

MEDISAFE. Esta aplicación te recuerda cuándo debes tomarte las pastillas que necesitas.

TRIPLIST. Esta App te ayudará a recordar lo que debes llevar en tu maleta para los retiros de Cuaresma, por ejemplo.

Espero que nos sirvan de mucha ayuda.

domingo, 20 de mayo de 2018

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA RESPONSABILIDAD DEL BAUTIZADO


En su última catequesis sobre el Bautismo, el Papa Francisco reflexionó sobre el significado de los símbolos de las vestiduras blancas y de la vela durante la ceremonia bautismal; señaló que las vestiduras blancas “expresan simbólicamente aquello que ha sucedido en el sacramento, anuncia la condición de transfigurados en la gloria divina”, y recordó “el mandato de llevar esa vestimenta sin mancha para la vida eterna”. Asimismo, sobre la vela indicó que “también la entrega ritual de la vela encendida del cirio pascual recuerda los efectos del bautismo: ‘Recibe la luz de Cristo’. Estas palabras recuerdan que no somos nosotros la luz, sino Jesucristo, el cual, resucitado de entre los muertos, ha derrotado a las tinieblas del mal.
Este es el texto de la catequesis:

"Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy concluimos el ciclo de catequesis sobre el Bautismo. Los efectos espirituales de este sacramento, invisibles para los ojos pero que operan en el corazón de quien se ha convertido en una nueva criatura, se hacen explícitos mediante la entrega de la prenda blanca y la vela encendida.

Después del lavacro de regeneración, capaz de recrear al hombre según Dios en la verdadera santidad (cf. Ef 4,24), pareció natural, desde los primeros siglos, revestir a los nuevos bautizados con una prenda nueva, blanca, a semejanza del esplendor de la vida conseguida en Cristo y en el Espíritu Santo. La vestimenta blanca expresa simbólicamente lo que ha sucedido en el sacramento, y anuncia, al mismo tiempo, la condición de los transfigurados en la gloria divina

San Pablo recuerda el significado de revestirse de Cristo, cuando explica cuáles son las virtudes que deben cultivar los bautizados: "Elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente al otro…Y por encima de todo esto revestíos de caridad, que es el vínculo de la perfección”. (Col 3: 12-14).

La entrega ritual de la llama tomada del cirio pascual también recuerda el efecto del Bautismo: "Recibid la luz de Cristo", dice el sacerdote. Estas palabras recuerdan que nosotros no somos la luz, sino que la luz es Jesucristo (Jn 1, 9, 12, 46), quien, resucitado de entre los muertos, ha vencido las tinieblas del mal. ¡Nosotros estamos llamados a recibir su esplendor! Al igual que la llama del cirio pascual ilumina cada vela, el amor del Señor resucitado inflama los corazones de los bautizados, llenándolos de luz y calor. Y por eso desde los primeros siglos el sacramento del bautismo también se llama "iluminación" y al bautizado se le llamaba "el iluminado”.

Esta es ciertamente la vocación cristiana: "Caminar siempre como hijos de la luz, perseverando en la fe" (cf. Rito de la iniciación cristiana de adultos, n. ° 226, Jn 12, 36). Si se trata de niños, es deber de los padres, junto con los padrinos y madrinas preocuparse por alimentar la llama de la gracia bautismal en sus pequeños, ayudándolos a perseverar en la fe (cf. Rito del bautismo de los niños, n. 73). " La educación en la fe, que en justicia se les debe a los niños, tiende a llevarles gradualmente a comprender y asimilar el plan de Dios en Cristo, para que finalmente ellos mismos puedan libremente ratificar la fe en que han sido bautizados. "(ibid., Introducción, 3).

La presencia viva de Cristo, que debemos proteger, defender y dilatar en nosotros, es la lámpara que ilumina nuestros pasos, luz que orienta nuestras decisiones, llama que calienta los corazones para ir al encuentro del Señor, haciéndonos capaces de ayudar a los que hacen el camino con nosotros, hasta la comunión inseparable con Él. Ese día, dice también el Apocalipsis, "Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos"(véase 22: 5).

La celebración del bautismo termina con la oración del Padre Nuestro, propia de la comunidad de los hijos de Dios. En efecto, los niños renacidos en el bautismo reciben la plenitud del don del Espíritu en la confirmación y participan en la eucaristía, aprendiendo lo que significa dirigirse a Dios llamándolo "Padre".

Al final de estas catequesis sobre el Bautismo, repito a cada uno de vosotros la invitación que expresé en la exhortación apostólica Gaudete et Exsultate: "Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida (cf. Ga 5,22-23)”.

Fuente: Aciprensa

jueves, 3 de mayo de 2018

MATERIALES DEL III ENCUENTRO DE FORMACIÓN

La ofs y la cultura from mavi

Hemos incluido los materiales del III Encuentro de formación provincial dentro de la pestaña "encuentros de formación".

Agradecemos a la comunidad de frailes franciscanos del Convento de la Virgen de las Huertas por acogernos en su casa y a la Fraternidad OFS de Lorca por la entrañable jornada de la que disfrutamos gracias a su empeño por servir a los hermanos que fuimos de distintas fraternidades. 

Tras la acogida por parte de los hermanos de Lorca tuvo lugar la catequesis y el trabajo en grupos en el que los hermanos de la zona reflexionamos sobre el papel de los franciscanos en la sociedad actual teniendo en cuenta nuestra forma de vida, apoyándonos en la Regla y Constituciones para responder a los retos actuales.

domingo, 8 de abril de 2018

III ENCUENTRO DE FORMACIÓN DEL CURSO

Ya estamos preparando el tercer encuentro de formación del curso que será el próximo día 21 de abril de 2018 en Santa Catalina del Monte. Esperamos contar con la asistencia de hermanos y hermanas de toda la zona.

martes, 13 de febrero de 2018

MATERIALES DEL II ENCUENTRO DE FORMACIÓN PROVINCIAL

Ya están disponibles los materiales del segundo encuentro de formación provincial. Los tenéis todos en la pestaña de "Encuentros de Formación".