El documento Samaritanus bonus, publicado este martes por la Congregación para la Doctrina de la Fe no aporta ninguna novedad a la doctrina de la Iglesia católica, pero es una respuesta a las legislaciones nacionales sobre el suicidio asistido y la eutanasia voluntaria.
Cuando en España se está tramitando una ley que despenaliza la ayuda a quien quiere suicidarse y en otros países se han dado o se están dando pasos en este sentido, la Iglesia afirma que "la eutanasia es un acto homicida que ningún fin puede legitimar y que no tolera ninguna forma de complicidad o colaboración, activa o pasiva. Aquellos que aprueban leyes sobre la eutanasia y el suicidio asistido se hacen, por lo tanto, cómplices del grave pecado que otros llevarán a cabo. Ellos son también culpables de escándalo porque tales leyes contribuyen a deformar la conciencia, también la de los fieles". El único derecho es el de tutelar la vida y la coexistencia entre los hombres.
Los sacerdotes pueden y deben ofrecer ayuda, escucha y cercanía «que invite siempre a la conversión». Pero, salvo que el enfermo modifique su decisión, no estará en condiciones de recibir los sacramentos.
El Vaticano denuncia que muchas personas que han muerto por eutanasia padecían problemas psicológicos o depresión. La petición de la muerte en muchos casos es un síntoma mismo de la enfermedad, agravado por el aislamiento y por el desánimo.
El Dios que salva al hombre es el mismo que ha vivido la experiencia del sufrimiento, el abandono, la incomprensión y la muerte. Ante la pregunta de un periodista sobre cómo transmitir esta esperanza a quien no tiene una visión de fe y pide la eutanasia porque sufre, el cardenal Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, respondió que en cada hombre hay un fondo de esperanza y si quien no ve otra salida que el suicidio asistido ve que alguien está a su lado y no lo abandona, puede ser un elemento para hacerle reflexionar.
Podéis leer el texto completo del documento aquí.