jueves, 16 de enero de 2020

PORQUÉ LOS CATÓLICOS NO PODEMOS RECURRIR A LA FECUNDACIÓN IN VITRO




La fecundación in vitro es un procedimiento relacionado con la tecnología de reproducción asistida, mediante el que se da lugar a la fertilización extracorpórea, es decir fuera del cuerpo de la madre. 

Consta de varios procesos:

– Supresión del ciclo natural de la madre: el ciclo menstrual es suprimido con medicación.

– Incremento del suministro de óvulos: se utiliza medicación para promover que los ovarios produzcan más óvulos de lo habitual.

– Se monitoriza el progreso y maduración de los óvulos: se realiza una ecografía para verificar el desarrollo de los óvulos, y se usa un medicamento para ayudarlos a madurar.

– Recolección de óvulos: se inserta una aguja en los ovarios, a través de la vagina, para extraer los óvulos.

– Fertilización de óvulos: los óvulos se mezclan con el esperma durante unos días para permitir que se fertilicen.

– Transferencia del (los) embrión (es): se colocan uno o dos óvulos fertilizados (embriones) en el útero.

Una vez que los embriones han sido transferidos al útero, se deberá esperar dos semanas para saber a través de un examen de embarazo si el procedimiento ha funcionado.

¿Porqué los católicos no podemos recurrir a la FIV?

Independientemente de los riesgos debido a la medicación, hiperestimulación ovárica, embarazo ectópico, etc, no se tiene en cuenta a los otros seres humanos involucrados en este procedimiento: los embriones. Parte de este proceso requiere la máxima producción de óvulos, de forma que puedan ser fertilizados y se puedan generar la mayor cantidad de embriones posible. ¿Por qué? Porque a mayor número de candidatos, mayores probabilidades de obtener embriones que tengan la más «alta calidad».

Dado que en líneas generales la FIV es una técnica poco eficiente, varios de los embriones producidos serán defectuosos y, por lo tanto, desechados. Algunos otros tendrán un mayor potencial de ser viables pero su calidad no será la óptima y solo algunos, o a veces solo uno o incluso ninguno  serán de alta calidad. ¿Qué significa esto? Que para que una pareja pueda dar a luz a un solo hijo, varios habrán sido concebidos; siendo su destino el ser eliminados o congelados, dependiendo de su «calidad» y viabilidad, así como del presupuesto de la pareja para poder pagar el congelamiento temporal de dichos embriones.

En este punto cabe recalcar que la mayoría de las parejas que lo intentan, no lo logran después del primer intento. Normalmente se recomiendan al menos tres ciclos completos de FIV para llegar a un 45-53% de probabilidades de embarazo en mujeres menores de 40 años. Esto quiere decir que, en la mayoría de casos, el número de embriones generados, eliminados y/o congelados debe multiplicarse por tres.

 Para un cristiano, el deseo legítimo de tener un hijo y compartir con este el amor de padres, no puede estar por encima de la destrucción de vidas inocentes, de seres humanos que también son tan hijos como aquel que llegó a nacer.

A esto habría que agregar que las faltas éticas se agravan cuando se considera que muchos embriones son también eliminados a través del llamado diagnóstico genético prenatal. Dado que la FIV  objetiviza al concebido, el embrión se convierte de pronto en una suerte de producto. Sabiendo que los padres han invertido mucho dinero en este procedimiento, lo último que se desea es obtener a un niño enfermo (pues sería como pagar por un producto defectuoso). Por lo que, antes de la implantación de embriones, estos son sometidos a tests genéticos para evaluar si existen anomalías cromosómicas o alguna enfermedad genética de la cual los padres sean portadores; de forma que solo se implantarán aquellos embriones que estén libres de «defectos»… los demás serán desechados.

Asimismo, los avances en la FIV han dado lugar no solo el préstamo de útero, sino que también existe como alternativa el «vientre de alquiler», una opción que es utilizada tanto por parejas heterosexuales como homosexuales. Esta práctica es antiética y por lo tanto muy dañina no solo para el hijo que tiene derecho a nacer fruto del amor de unos padres que se han unido mediante el acto sexual como acto de entrega del uno al otro, y fruto de esa entrega es el hijo concebido, sino también para la madre pues se atenta contra su dignidad de mujer y de ser humano siendo reducida a un papel reproductor previo pago de una cantidad. Más aún, no son pocos los casos en los que dichas mujeres son obligadas a abortar si el bebé presenta alguna anomalía post-implantación, si vienen mellizos y los padres solo querían uno o si el sexo del bebé no es el que los padres esperaban.

Como católicos, tenemos la bendición de contar con el Catecismo que nos da más luces al respecto. en especial los números  2374-2379:

– La Iglesia como madre y maestra, reconoce que grande es el sufrimiento de los esposos que se descubren estériles. Por lo tanto, está a favor y alienta a que se realicen investigaciones que intenten reducir la esterilidad humana, siempre y cuando se pongan al servicio de la persona humana, de sus derechos inalienables, de su bien verdadero e integral, según el plan y la voluntad de Dios. 

– Las técnicas que provocan una disociación de la paternidad por intervención de una persona extraña a los cónyuges (donación del esperma o del óvulo, préstamo de útero) son gravemente deshonestas. Practicadas dentro de la pareja, estas técnicas (inseminación y fecundación artificiales homólogas) son quizá menos perjudiciales, pero no dejan de ser moralmente reprobables, pues disocian el acto sexual del acto procreador.

El hijo no es un derecho sino un don. El don más excelente del matrimonio es una persona humana. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que conduciría el reconocimiento de un pretendido derecho al hijo. A este respecto, solo el hijo posee verdaderos derechos: el de ser el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres, y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción. 

– El Evangelio enseña que la esterilidad física no es un mal absoluto. Los esposos que, tras haber agotado los recursos legítimos de la medicina, sufren por la esterilidad, deben asociarse a la Cruz del Señor, fuente de toda fecundidad espiritual. Pueden manifestar su generosidad adoptando o realizando servicios abnegados en beneficio del prójimo.

La alternativa ética se llama naprotecnología. Es una nueva rama de la ciencia que se enfoca en la salud de la mujer pues se encarga de mantener su salud reproductiva y ginecológica. A diferencia de la FIV, que intenta esquivar el problema de la infertilidad de forma artificial sin solucionarlo, pues si la pareja desea un nuevo hijo, necesitará nuevamente someterse a ese procedimiento, la naprotecnología busca identificar, entender y tratar la causa raíz de la infertilidad de la pareja. Se basa en el método Creighton, que estudia el ciclo menstrual de la mujer y detecta alteraciones en su fertilidad y también observa y estudia la fertilidad del esposo.

De los estudios que se han realizado hasta ahora se desprende que la naprotecnología obtiene más resultados que la FIV.

sábado, 11 de enero de 2020

VIDEOS SOBRE SEXUALIDAD



La universidad Francisco de Vitoria ha publicado unos vídeos sobre sexualidad y cómo abordar este tema con los hijos para transmitirles una serie de valores que les puedan ayudar en su crecimiento y desarrollo personal. Estos son los seis vídeos, todos ellos muy breves: