La psiquiatra Marian Rojas ha ofrecido una entrevista al diario La Opinión en la que nos ofrece unas claves para ser felices y para lograr una vida plena.
Desconectar el teléfono móvil para escapar de los estímulos que nos alteran es el principal consejo a los pacientes que se caen en su diván, incapaces de gestionar sus emociones en plena huida sin éxito del dolor y el sufrimiento que provoca el vacío de sus vidas. Ese desasosiego perjudica gravemente al organismo, hasta el punto de que la toxicidad del odio puede llegar a alterar nuestros genes. «Perdonar es ir al pasado y volver sano y salvo». Acaba de lanzar "Cómo hacer que te pasen cosas buenas" (Espasa) para ayudar a la gente a encontrar la felicidad superando las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro.
¿Consiste la felicidad únicamente en que nos pasen cosas buenas?
Ese es un pilar para ser feliz o por lo menos para conseguir que lo que te suceda lo interpretes como algo positivo. La vida tiene un gran componente de sufrimiento y de momentos de dolor que son unos ingredientes más de la vida misma. Es un drama dedicar nuestro tiempo a huir del dolor y del sufrimiento.
¿Cómo hay que gestionar el estrés para mejorar nuestro bienestar?
Conociéndose a uno mismo para saber cómo reacciona el cuerpo y la mente ante el estrés. Cuando uno sabe lo que le pasa puede enfrentarse a ello y gestionarlo mejor, porque uno conoce su forma de ser y localiza sus principales focos de estrés.
¿Qué es más importante: controlar la mente o controlar las emociones?
Casi todas las emociones vienen precedidas de un pensamiento. La emoción genera después un impacto en el organismo. A veces no somos capaces de gestionar la emoción, pero podemos educar los pensamientos para capear esas emociones.
Dígame cómo se educa el pensamiento.
Todos tenemos una voz interior comentadora que nos va narrando la jugada: has engordado, tu jefe no te hace caso, esta ciudad es un horror, etc. Cada uno de esos pensamientos genera una emoción y, por lo tanto, un impacto en el organismo. Muchas veces, ante esos pensamientos, nos autoboicoteamos y ponemos a nuestro organismo en modo alerta.
¿Qué hacer entonces?
Educar al pensamiento para que no sea negativo y hablarle de tú a tú.
Déme alguna técnica para no sentirme desbordada por mis emociones.
Desconecte el teléfono. El teléfono es una fuente constante de estímulos que nos alteran porque generan vacío, nos tienen en tensión ante compromisos por contestar y además nos hace creer que todo el mundo es más feliz que tú y más guapo en las redes sociales.
¿Cómo puedo, en definitiva, mejorar mi vida personal, familiar y laboral?
El que se conoce a sí mismo y sabe gestionarse con cierto equilibrio interior mejora a nivel de pareja, profesional, familiar y social. El que vive esclavo de las emociones está perdido, vacío y sin rumbo.
¿Por qué somatizamos nuestros sentimientos?
Las emociones impactan directamente en nuestro organismo y el que se traga sus emociones acaba ahogándose.
¿Qué hay en el fondo de nuestra mente?
La ilusión de ser felices, hallar un estado de plenitud y la necesidad de ser amados.
¿Cómo surgen el optimismo y el pesimismo?
Es la misma forma de ver la realidad pero con diferentes gafas. El pesimista puede nacer o hacerse y el optimismo se puede aprender porque nunca es tarde para reeducar el cerebro.
¿Es lo mismo la felicidad que el bienestar?
No. Un gran amigo mío dice que el bienestar es una sensación física y psicológica que colma los sentidos y la felicidad es el corazón.
¿Qué papel juega el amor en nuestras vidas?
Todo. Es el antídoto al sufrimiento, al dolor y a la enfermedad. Hoy en día todo es de usar y tirar, hasta el amor que parece que requiere de la aprobación inmediata a través de un clic, cuando es todo lo contrario y necesita esfuerzo, constancia, trabajo, delicadeza y paciencia. Hemos cambiado nuestro cerebro y queremos satisfacción instantánea a base de un clic.
¿Por qué el odio es tan determinante en nuestras relaciones sociales?
Tendemos a aliviar nuestra situación viendo lo negativo de los demás. El odio es otro pensamiento tóxico, como el resentimiento, que nos inunda. El odio y el resentimiento son tan tóxicos para el organismo que provocan todo tipo de enfermedades, hasta el punto que alteran nuestros genes.
¿Hay modo de combatirlo?
Sí. Queriendo a la gente e ilusionándose por la vida. Rodeándose de personas-vitamina y aprendiendo a perdonar. Un corazón resentido no puede ser feliz. Perdonar es ir al pasado y volver sano y salvo.